¿Se deben prohibir los narcocorridos?
- Mario Mendez.
- 19 abr
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Actualizado: 27 abr
El once de abril de la corriente anualidad, en el Palenque de la Feria Internacional del Caballo en Texcoco, Estado de México, se presentó el cantante Luis Roberto Conríquez Magdaleno, conocido como Luis R. Conríquez.
Famoso por interpretar lo que se denomina “corridos tumbados” o “corridos bélicos”, el artista desató el descontento del público al anunciar, una hora y cuarenta minutos después de que inició su concierto, que no cantaría ese tipo de piezas debido a una prohibición del gobierno estatal.
Lo anterior generó inicialmente reacciones como abucheos, gritos y ofensas, que escalaron hasta el lanzamiento de objetos al escenario, por lo que se suspendió el evento, que culminó con el destrozo por parte del público del mobiliario e instrumentos de la banda que acompaña al intérprete.
Es menester destacar que, dos días antes de la presentación del señor Conríquez, el Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, envió un boletín al municipio de Texcoco para informar que habría sanciones económicas e incluso penas de prisión para aquellos que fomentaran la apología del delito, como la interpretación de narcocorridos, en eventos masivos.
Respecto a lo ocurrido en Texcoco, el cantante publicó un comunicado al día siguiente donde lamentó lo sucedido, anunciando que haría cambios significativos en las letras de sus canciones.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en su conferencia matutina del catorce de abril, al responder una pregunta que planteó un reportero sobre el tema, condenó los hechos precisando que su gobierno no prohibiría ningún género musical sino que promovería el cambio en las letras para que no trataran sobre ilícitos.
Sin embargo, el coordinador de la bancada de MORENA en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, afirmó que la iniciativa legislativa propuesta por su compañero de partido, Arturo Ávila, que busca prohibir este tipo de composiciones, será aprobada.
En este punto conviene detenerse.
Al ser cuestionado el legislador Arturo Ávila sobre la aparente contradicción de su iniciativa con lo planteado por la presidenta Sheinbaum, sostuvo que su propuesta de reforma al Artículo 208 del Código Penal Federal no pretende prohibir los “corridos bélicos o tumbados” sino que busca beneficiar la libertad de expresión estableciendo límites para los juzgadores sobre qué se debe entender por apología del delito, que es el tipo penal contenido en el numeral que pretende adicionar.
Comencemos por reconocer que es cierto que el citado artículo sanciona la apología del delito; también, que la propuesta de su modificación por el diputado Ávila, en apariencia, solo aborda la definición del término.
Lo que no es cierto es que ese cambio normativo no implique la prohibición de tales expresiones culturales, por el contrario, es el instrumento que permite hacerlo.
Como se mencionó, la apología del delito era un hecho sancionado por el Código Penal Federal en su Artículo 208 desde hace décadas, pero al no precisar claramente cuál era el significado de esa conducta por una falta de técnica legislativa, era complicado sostener que interpretar “corridos bélicos o tumbados” implicaba cometer esa acción ilícita.
No obstante, como se adelantaba, con la reforma planteada por el aludido legislador, al definir la apología del delito como aquella conducta en la que, a través de expresiones culturales como la música, se enaltecen actividades criminales que incitan a la sociedad a imitarlas, se eliminó el obstáculo que impedía sancionar a los exponentes del género.
Quizás, per se, la modificación al artículo no prohíba textualmente los corridos en cuestión, pero, al señalarlos como una forma de realizar o incurrir en la transgresión penal que ahí se estipula, sí se prohíben implícitamente, pues, de cantarlos, el artista sería sancionado penalmente.
Es preciso aclarar que, cuando escribo estas líneas, no sólo el Estado de México y el diputado Arturo Ávila han emprendido una lucha en contra de las referidas composiciones musicales, sino que también estados como Aguascalientes o Michoacán han tomado medidas similares en días recientes, lo que plantea dos preguntas: ¿se sumarán más estados a la lista? ¿Deben prohibirse?
Considero que sí.
Existe un amplio consenso sobre que el principal problema de nuestro país es la brutal violencia generada por las pugnas entre grupos antagónicos de la delincuencia organizada por el control de sus actividades ilícitas. Dicho conflicto, que se libra todos los días en las calles, le ha cobrado al país, durante los últimos tres sexenios, cerca de medio millón de vidas, muchas de personas inocentes sin relación alguna con los agresores o sus negocios.
En ese contexto, es inadmisible que las autoridades autoricen que se interpreten canciones en conciertos masivos que idealicen o enaltezcan esos crímenes cometidos diariamente por el narcotráfico por dos razones:
Primero, es ilógico que se destinen recursos públicos para que se realicen presentaciones en las que los artistas en sus canciones alaben a personas o grupos que el gobierno debería combatir.
Ahora, probablemente se cuestione porqué si muchos de esos eventos los organizan particulares se sostiene que las autoridades estarían destinando recursos públicos para su celebración. La respuesta es que, por temas de protección civil, debido a la gran cantidad de personas que acuden a esos conciertos, el Estado destina elementos de tránsito, seguridad pública, bomberos, entre otros, para garantizar la seguridad de los asistentes.
Así, resulta paradójico que policías protejan a los artistas o sus seguidores que alaban a los criminales que atentan contra la vida de los uniformados todos los días.
Ya no hablemos de los recursos que se destinan cuando se presentan en las ferias municipales o estatales donde distintas autoridades subsidian al patronato que las organizan porque ahí sí, directamente, su contribución es con dineros no sólo recursos humanos o materiales.
La segunda razón es que una de las responsabilidades del Estado es disuadir a las nuevas generaciones de involucrarse en actividades delictivas; sin embargo, es innegable, que muchos niños e incluso adultos al escuchar esas canciones —donde los protagonistas ostentan lujos—, por su falta de criterio u oportunidades, ven en la delincuencia organizada una forma de vida.
Prohibir los “corridos bélicos o tumbados” no es la solución para detener la crisis en materia de seguridad; pero sí es un buen comienzo para que no se normalice la violencia o veneren a sus causantes. Es un cambio de cultura en el imaginario colectivo que resulta necesario.
Soy un fuerte defensor de la libertad de expresión. Sin embargo, la situación del país merece que se prohíban este tipo de narcocorridos, toda vez que incitan a la población a aspirar a ese modo de vida que ha hecho sufrir a millones de mexicanos.
Sabemos que la narco-cultura está compenetrada en todos los niveles de la sociedad. Enaltecer a los delincuentes que tanto hacen sufrir a este país genera aspiraciones de pertenecer a estos grupos delictivos; es un atentado contra la paz y contra la sociedad misma.
No solo deberían prohibirse las actuaciones públicas de este tipo de música, sino también la grabación, promoción y reproducción de las mismas. Deberían obligar a Spotify, Apple Music, YouTube –entre otros– a…