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Corridos bélicos: La ley que se ignora, la música manda.

  • Foto del escritor: Mario  Mendez.
    Mario Mendez.
  • 11 may
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 may

Hace un par de semanas, en este espacio, abordamos la tendencia de distintas entidades de la República Mexicana a prohibir la interpretación o difusión de los denominados corridos bélicos o tumbados.

 

Aguascalientes fue uno de los estados que legisló al respecto, mediante la creación del Artículo 178 E de su Código Penal.

 

Con veinte votos a favor de los veintiséis diputados presentes en la sesión, el H. Congreso del Estado tipificó la apología del delito, definiéndola —a grandes rasgos— como la glorificación o justificación de actividades ilícitas, particularmente, a través de la música.

 

Según la disposición citada, las sanciones para quienes incurran en esa conducta van de seis meses a un año de prisión, así como de seis mil a ocho mil días multa, cuando el delito exaltado no se hubiera consumado; en caso de que el delito sí se hubiera cometido, se aplicaría al responsable la pena correspondiente, en su calidad de instigador.

 

No obstante, aun con la prohibición, algunos artistas que se presentaron en el Palenque de la Feria Estatal —celebrada del 19 de abril a la fecha en que se publica este artículo— decidieron ignorar la medida sin enfrentar consecuencia alguna.

 

El primero de ellos fue Natanael Cano, quien en su presentación del pasado 3 de mayo interpretó “Cuerno Azulado”, una pieza musical cuyo primer verso no deja lugar a dudas sobre su carácter apologético: “Cuerno de chivo azulado, gobierno pactado, chingo de perico que se ha traficado… Delincuencia organizada, ya saben qué pedo”.

 

Cinco días después, en el mismo recinto, Junior H hizo lo propio con “El Hijo Mayor”, que incluye líneas como: “Siempre al frente su comando, y en la sierra cuántas batallas ganamos / ¡Ah, cómo echamos balazos con muy buenos aparatos!”.

 

¿La sanción aplicada? Apagar el sistema de sonido. Nada más. Pero ni los músicos se detuvieron, ni el público dejó de corear las canciones. Continuaron a capela, como si nada.

 

Lo anterior pone en evidencia dos vicios nocivos que arrastran nuestras autoridades: creer que legislar resuelve por sí solo cualquier problemática, y un desprecio flagrante por la aplicación de la ley.

 

Con ello no sólo crearon una disposición que resulta inobservada, sino que además se exhiben como incapaces de hacerla cumplir.

 

Así terminó una semana más en México, con casi 400 muertes violentas, mientras aquellos dos artistas —con su público— enaltecían al crimen organizado que las ocasionó, con el silencio de las autoridades de Aguascalientes como sus cómplices.

 
 
 

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